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Mostrando las entradas etiquetadas como Relatos

Al cielo también le riñen

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Había comenzado a llover. Desde la sala había estado observando toda la tarde el cielo. A ráfagas intermitentes -entre descansos de su discurso- miraba por las ventanas para deleitarse con la gama de grises, le fascinaba esos colores alumbrados con los destellos de luz. Desde pequeño admiraba la forma en que se resquebrajaba la bóveda celeste, su joven mente recreaba la escena de un Zeus muy enfadado, tan lleno de rabia que emitía gritos en forma de truenos y lanzaba rayos. La escala cromática que se extendía ante sus ojos no era otra cosa para él que el sufrimiento de un cielo que al final acababa llorando. Apoyado con las manos sobre el cristal observaba como las gotas chocaban a un ritmo desigual sobre la superficie de los coches, un repiqueteo suave llegaba a sus oídos ahora que la estancia se encontraba vacía. Había sido un día agotador. Volvió tras sus pasos y se sentó en su silla, tendría que esperar… pero no sabía cuánto. Esa espera le suponía un placer enorme, si había...

Agente patógeno

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¡Qué fácil era! Observar, simplemente observar y todo iba a encajar, silenciosamente. Si no hubiera sido por esa tozudez de mantener en boga mis principios espirituales, esencia primaria de mi ser; me hubiera dado cuenta. ¡Ojo! Lo mío es algo casi patológico. ¿Casi? Por favor, “archipatológico” . Me inocularon la ingenuidad y se ha ido propagando por mi conciencia dando manifestaciones de una empatía muy beneficiosa para mi entorno animal. Cosa grave, porque -heme aquí- yo entiendo hasta a mi enemigo. Lo dicho, entre el cuadro sintomatológico de mi afección está la premisa de que nadie es malo. Así que se trata de entender cuáles han sido los mecanismos desencadenantes que han generado la mala voluntad de esa persona o ser. Y por qué será que el origen ignoto de su desasosiego, germen y razón soy YO. Un agente patógeno que conozco perfectamente y -vaya por Dios- mi sistema inmunológico lo detecta con sus anticuerpos: LE (Lo Entiendo), NTP (No Te Preocupes), LS (Lo si...

Margen Izquierdo

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Aprendió a vivir en sus márgenes, en silencio. Ese espacio en blanco donde el lápiz mancha, a veces, adquiere una profundidad inmensa. Se convierte en un páramo insondable en el que se puede no sobrevivir. Es difícil subsistir en los puntos y aparte, casi todos lo sabemos. Pero -a veces- alguien escribe en los laterales, ampliando la historia, dejando rasgos y trazos; modificando el texto. Ni siquiera fue personaje secundario en la narración, no figuró en ella. Abarcó mucho más… con su propia existencia. Utilizó los espacios que siempre habían estado en blanco y, respirando de cada frase escrita en las entrelíneas, acomodó la mitad de sus sueños. Encajado sutilmente en los paréntesis de su vida conseguía formar parte de la historia. Su omnipresencia se extendió a todos los límites de sus páginas. En ese grado que no puede rebasarse fue donde encontró la frontera que jamás rebasaría, más allá del margen izquierdo él no existía. Ni a sus ojos ni a los de nadie. Sin em...

El origen de mi propia causa

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Entonces, mis propios demonios hicieron un pacto. Jamás se sublevaron, respondían a una necesidad superior, a una bestia capaz de reinar en el propio infierno. Allí donde la razón más humana es capaz de arder para desprender en sus confines las cenizas de la cordura, por los avernos de la conciencia humana, y donde el límite es tan difuso que el placer se enmascara de tortura bajo el letargo del juicio; Mefistófeles posó su mano. Doblegó cada miedo y engendró el temor en las propias entrañas de mis pequeñas bestias. Su magnitud desbastadora se extendía por las fronteras que delimitaban mi propio ser, difuminando cada extremo, para convertir esa línea divisoria otorgada por la realidad en no más que el horizonte que se desvanecía ante mi mirada. En su lúgubre dominio retumbaba la sinfonía de una oscuridad, su eco me envolvía en la cacofonía inconfundible de la disociación y sus notas se lazaban sobre mí. Inconscientemente me diluí en ese canto de sirena, sin ser capaz de dis...

Como si fuera...

Como si fuera la prostituta que realiza su servicio o quizás la camarera que te sirve el café en el bar de la de esquina. Ambas, Gabriel, ambas no son nada para su cliente. Así es, pero de la primera te impregnaste de algo. No sabrías describirlo, porque es difícil. En el fondo, la esencia de la cuestión es si esos gemidos te pertenecían. Sabes que no, y los sabes bien. Ahora, puedes engañarte. La segunda, prácticamente forma parte de tu vida. Ella, cada mañana te coloca tu expreso sobre la mesa, es algo habitual. Pero, ni siquiera te has dado cuenta de que ese café es perfecto. Y puedes pensar que si ella no estuviera seguirías disfrutando de esa satisfacción, y lo harías. Aunque con una pequeña diferencia, tan insignificante que casi no puedes apreciarla. De ambas puedes prescindir. Siempre encontrarás otra prostituta y habrá otra camarera que sirva tu primer café...  Sin embargo, yo soy la puta que no vende su placer y la camarera que marca la diferencia en un euro ...

Porque de otra forma no te tengo

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Apoyó las manos en el escritorio, su cuerpo mantenía una tensión extrema, cada músculo estaba contraído. Sus dedos se fueron cerrando colocando sobre la superficie los puños, por un momento pensé que vendría un golpe seco. Pude identificar como la ira recorría su interior...   Había entrado sin decir ninguna palabra y yo la conocía lo suficiente para saber que tenía esperar... Mi trabajo con ella era relativamente fácil, el resto era su proceso; su capacidad de análisis, de acomodación y reestructuración era tan rápida que, a mis años de experiencia, no dejaba de producirme asombro observarla. Me situé a un metro de distancia de aquel esbelto cuerpo, sin ningún obstáculo entre ambos; y la contemplé. Más con belleza que preocupación. Era sutilmente preciosa en ese estado. No puede ver su rostro hasta que inclinó la cabeza, sus lagrimas habían empezado a derramarse dibujando un río negro a su paso, fruto del rimel que cubría las pestañas. Inspiró aire clavándome la mirada, su r...

Extracto de una vida

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Aquel ser tenía la habilidad de jugar con mi tiempo, convirtiendo el discurrir en una melodía manejada con una destreza sublime. Inapreciable para el resto de mortales, pero no para mí. Exhortado por mis propios pensamientos en la reconducción de los actos más impulsivos, aseguré una ganancia del ser racional. ¿Qué si perdí? Mi tiempo cambió de hora al tenerlo cerca. En efecto, tenerlo. Y no es el uso de un masculino que abarque todas las posibilidades de desterrar su género, identidad y sexo femenino. No lo es, porque era mujer, de otro modo no podía haber sido. Pero por encima de eso era un ser con un poder inefable sobre mí. Posiblemente esa facultad se arraigaba en una de mis debilidades internas; una de las debilidades que tenía que corregir. A mitad de la vida afloran muchos de nuestros temores, nos enfrentamos a una serie de demonios que emergen de nuestra sombra rompiendo el silencio… “Homos homini lupus” , y yo era mi propio lobo. A mis años no podía dejarme dominar...

Boceto

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Fijé mi mirada en el espejo, tardé unos segundos en reconocer que aquellas líneas de expresión me pertenecían. Trazos dibujados, difíciles de leer, que para algunos parecían simples de interpretar. Sin embargo, yo, el propio autor dudaba de lo que veía. La facilidad con la que habían recreado mi realidad me asombraba, sintiéndose poseedores y conocedores de mi criptografía interna habían elaborado un boceto de mi yo. Perfilaron las líneas más oscuras de mi propia realidad interpretando mis emociones, matizando los sentimientos y plasmando las líneas de mi carácter. Tener el poder de delinear mi persona requería conocerme, hacerlo ignorando esa premisa, sin lugar a dudas, era un acto de osadía. No soy un hombre falto de carácter y podría decir que quizás ese sea el escudo bajo el que me protejo. Es difícil acceder a mí, pero unos pocos atraviesan todas las barreras. Y esos pocos, son aquellos que me hacen vulnerable y débil. Ellos tienen ese poder. Perplejo, repasé el a...

El pecado de Eva

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Recluyendo todo resquicio de doble moral, el instinto más primitivo afloró anulando cualquier atisbo de duda en mi conciencia. Como un animal que está a punto de ser devorado por su presa el corazón se me aceleró y, sin embargo, mis latidos se fueron acompasando siguiendo el ritmo regular de la respiración que me acompañaba. La trasparencia de mi mirada le proporcionó el impulso necesario… Cuando quise darme cuenta sus labios estaban demasiado cerca, inconscientemente reduje la distancia a la que estaba expuesta. Sin lugar a dudas, era su recompensa. En la impaciencia de una pulsión que se frena mis labios se deslizaron suavemente por su boca. Mi cuerpo se estremeció al sentir la humedad de su lengua excitando cada poro de mi piel. Mi sed aumentaba enardeciendo el deseo más extremo, agitada intenté recomponer el aliento pero mi ansia aumentó al sentir su cuerpo… su boca, su jadeo… me arrojó a devorar un solo deseo, arrancándole el gemido a las extrañas de su cuerpo pa...

En la obra perfecta

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El mundo está lleno de pequeños movimientos, giros que se acompasan y se ajustan en un sinuoso baile completo, dando forma a un ritmo casi perfecto que silenciosamente marcan la vida. A sus 80 años, se podría decir que la vida le había regalado la existencia y la temporalidad de aquellas cosas efímeras que nos llenan de felicidad, le había mostrado la dureza, golpeado con fuerza… pero él siempre había conseguido equilibrar la supervivencia. Cuando el doctor se lo comunicó, ni siquiera le sorprendió. Hacía meses que su corazón ya no sentía, si bien cada impulso ventricular le recordaba que aún existía, su sístole y diástole le hacían saber que ya no podría. Ahora, su memoria se revolvía y escogía del pasado aquellas cosas que amarran, envuelven y protegen de las sombras, recorriendo ese atávico proceso que el ser humano llama vida. En el camino inverso de sus pasos no se sorprendió al ver que él aparecía. Ahora, que su existencia se extinguía bajo el calor de los años; él, su mirada...

El hilo de Ariadna

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“…Saltó. E n un movimiento elegante lleno prácticamente de musicalidad impulsó su pequeño cuerpo y se situó frente a ella. Sus ojos se clavaron, la ató en esas milésimas de segundos a una realidad casi imperceptible a sus sentidos...”. En medio de la lluvia el olor a tierra mojada se fundía con el sol intentando funestamente alumbrar la oscuridad del día, algo tan sombrío como los pensamientos que recorrían la mente de Oysmy. Ella se desorientó de la realidad de una manera difusa. Con la mirada perdida en el horizonte intentaba recorrer ese laberinto de hechos inconexos, buscando el hilo conductor que le guiara. Tenía que escapar de esa situación que la apuntalaba en el epicentro, tan cerca del Minotauro; una recreación que no representaba más que el estado mental en el poco a poco se iba sumiendo, su laberinto interno de Creta. Oysmy no comprendía, no comprendía parte de lo que acaecía en su mundo. Como si el cielo estuviera conectado con la mezcolanza de su ser, el ...

Feneciendo

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Cuarenta y cinco años, diecisiete días y tres horas exactas, el tiempo de nuestras vidas enlazadas.  El tiempo de los días compartidos, el de los momentos de alegría, llanto y sufrimiento; todos están dentro, formando parte de mi recuerdo y ocupando mi memoria. Cartografiados milimétricamente intentan dar sustento a lo que hoy podría llamar mi existencia. Sí, podría llamar, porque lo que hago es respirar intentando mantener el talante y la dignidad en este acto llamado supervivencia.  La lucha a la que me encomiendo cada día, me abate. Y, yo, no puedo poner ningún remedio. Tampoco quiero. ¿Mis miedos? A mis años, ni siquiera los siento. ¿Mis recuerdos? Lo sabes, son los que me dan aliento. ¿Las ilusiones? Ésas, ya no las tengo. ¿Mis sueños? El sueño, sólo es uno. Cierro los ojos para no verlo porque esta soledad me embarga y me abraza. Tu ausencia es lo único que siento. Y lo que tengo, a lo que me aferro, es un único anhelo; el sueño que m...

Lola

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Se quedó paralizada. Le faltó el aire en sus pulmones porque en ese momento, el impacto, y sus emociones, hizo que se olvidara de respirar. Podría decirse que murió unos segundos. Si bien, no murió ella, ese instante asesinó la envoltura especial de sus sentimientos. Y lo hizo de la manera más cruel, la más cruenta. Lo hizo haciéndole tomar consciencia de la realidad en un solo acto. Esa realidad que se presenta rápidamente y que por más que intentemos, imaginemos o soñemos, no podemos cambiar, porque se ha impuesto y exige su derecho. Se enamoró. Lola se enamoró, pero no como cualquier ser humano. De esa forma, ella, no lo hizo. La primera vez que la vida los puso frente a frente, ella no emitió ni una sola palabra. Lo observaba y escuchaba, atenta, mientras analizaba las indicaciones dadas a su acompañante. Su sonrisa la cautivó desde el primer momento, franca y honesta, dando luz a su mirada. Mostraba que su dueño era eso y, así, lo transmitía, sin miedo. Esa primera ...

¿Lucha o huida?

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Mi cámara, mi Canon PowerShort G1 X. Me enamoré, fue verla y saber que formaría parte de mi vida. Al leer sus versos… “Sensor CMOS de gran tamaño de 14,3 MP, DIGIC 5, HS System, Zoom compacto 4x; IS Inteligente, Pantalla LCD de 7,5 cm (3") y ángulo variable; OVF, Control totalmente Manual, RAW, DPP, Full HD, HDMI, Ráfaga de alta velocidad y Alta Calidad (HQ), Smart Auto, Amplia gama de accesorios, Modo HDR y Filtro ND Estuche estanco al agua (40m).” …Me robó el corazón. Suavemente me susurró: “Combino un sensor CMOS de gran tamaño de 14.3 MP de Canon, un procesador DIGIC 5 y un excepcional objetivo con zoom 4x. Te ofrezco un control a nivel de cámara réflex y una gran calidad de imagen con un cuerpo compacto” . Y yo caí rendida; “Te necesito, te necesito, te necesito…” Así fue que la perseguí en las redes sociales, la busqué por aquí y por allá. Supliqué, lloré, usé el chantaje emocional -cosa de la que no me avergüenzo-, ape...

En el silencio...

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A través del cristal las gotas de aguas chocaban a un ritmo descontrolado contra el suelo, empezaba a llover. El cielo se había teñido de los grises más bellos, alumbrados por esos destellos de luz que tanto le apasionaban.  "Las gotas caían… y la tormenta se abría paso”. Imagen extraída de Google A escasos centímetros de él se encontraba ella. Sentir su presencia tan cerca lo mantenía allí, aferrado, mirando a través del cristal. No podía volverse. Ese giro de su cuerpo le llevaría al desconcierto, enfrentarse a su mirada le hacía rozar el pánico. Y lo que sentía… no era miedo, no. Cuánto deseaba tenerla cerca… El olor de su cuerpo le había perturbado todas las noches enajenando todos sus sentidos, convirtiéndose en un sueño que lo acompañaba constantemente. La dulzura de su voz se había transformado en una melodía que acariciaba todos sus pensamientos. Su boca era el camino que deseaba. Poder sentir el recorrido de su lengua y la humedad de sus labios...

Fragmentos

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Se había partido. Esta vez, en miles de pedazos muy pequeños. Los fue recogiendo… Estaba destrozada. La muñeca se había roto y componerla era doloroso. Almacenó los fragmentos desperdigados. Recogidos con cuidado y esmero, los fue coleccionando, tenía que pegarlos. Él tenía que hacerlo. Las lágrimas se le escapaban en cada trozo de esa alma descompuesta. Su trabajo era reconstruirla cada vez que se quebrara, no importaba cuánto costara. La fue pegando, despacio. Jorge Oteiza Empezó por los pies, tenía que adheridlos con fuerza a la tierra. Ahora, la anclaría con firmeza, volar la había fragmentado. En suelo firme, la muñeca tendría más capacidad para aguantar cada golpe. Sufrió al desechar esa parte, pero su trabajo era repararla y prepararla para cualquier daño… Su princesa se levantaría. Al llegar a sus piernas, transformó los pedazos y le dio la estabilidad que necesita para caminar, no se podía tambalear… tenía que andar aguantando el equilibrio más extraordinari...

"Cor unum et amina una"

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Hacía tanto en frío en el andén. Tuvo que ajustarse el abrigo y se ladeó el sombrero intentando resguardar su rostro del hálito gélido que desprendía la mañana. Los rayos empezaban a mostrarse pero su timidez no permitiría derretir la nieve de la noche. Todo estaba helado. Se estiró de cada guante deshaciendo los pliegues marcados en sus manos y las contempló durante un instante. Al fondo se escucha las voces amontonadas. El trasiego matinal formaba parte de sus pensamientos en susurros lejanos, acompañando al viento glacial que cortaba la respiración esa mañana. Ilustración propia. Matterhorn o Cervino (desde Zermatt) Respiró profundamente desplazando su mirada, deseaba retener los destalles de una estación que marcaría indeleblemente en su memoria. Sus ojos se detuvieron al contemplar tanta belleza, 4.478 metros alzados al cielo. Se desprendió del sombrero dejando desnuda su cara y su piel sintió la caricia del viento. No era la más...