Como si fuera...
Como si fuera la prostituta que realiza su servicio o quizás la camarera que te sirve el café en el bar de la de esquina. Ambas, Gabriel, ambas no son nada para su cliente. Así es, pero de la primera te impregnaste de algo. No sabrías describirlo, porque es difícil. En el fondo, la esencia de la cuestión es si esos gemidos te pertenecían. Sabes que no, y los sabes bien. Ahora, puedes engañarte. La segunda, prácticamente forma parte de tu vida. Ella, cada mañana te coloca tu expreso sobre la mesa, es algo habitual. Pero, ni siquiera te has dado cuenta de que ese café es perfecto. Y puedes pensar que si ella no estuviera seguirías disfrutando de esa satisfacción, y lo harías. Aunque con una pequeña diferencia, tan insignificante que casi no puedes apreciarla. De ambas puedes prescindir. Siempre encontrarás otra prostituta y habrá otra camarera que sirva tu primer café... Sin embargo, yo soy la puta que no vende su placer y la camarera que marca la diferencia en un euro diez.