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Mostrando entradas de octubre, 2015

Anhelo

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El pulso de mi anhelo  te mantiene.  Hacedor del dulce devaneo,  de mi contienda irreverente frente al desvelo. Encriptado en caricias, aferrado a cada beso, bañado por susurros, expuesto a tus deseos. En derroches de silencios, entre brazos de otro cuerpo, con el latido que no es mío;  en la boca que te sacia, allí me encuentro. En espacios no definidos del torrente de tus sueños, bebiendo de la tolvanera de emociones que recurren a mi mente. En la vigilia de la noche, es donde me vas nutriendo. En el quererlo, ternerlo…  Allí permanecen mis deseos. Soraya.

En el silencio...

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A través del cristal las gotas de aguas chocaban a un ritmo descontrolado contra el suelo, empezaba a llover. El cielo se había teñido de los grises más bellos, alumbrados por esos destellos de luz que tanto le apasionaban.  "Las gotas caían… y la tormenta se abría paso”. Imagen extraída de Google A escasos centímetros de él se encontraba ella. Sentir su presencia tan cerca lo mantenía allí, aferrado, mirando a través del cristal. No podía volverse. Ese giro de su cuerpo le llevaría al desconcierto, enfrentarse a su mirada le hacía rozar el pánico. Y lo que sentía… no era miedo, no. Cuánto deseaba tenerla cerca… El olor de su cuerpo le había perturbado todas las noches enajenando todos sus sentidos, convirtiéndose en un sueño que lo acompañaba constantemente. La dulzura de su voz se había transformado en una melodía que acariciaba todos sus pensamientos. Su boca era el camino que deseaba. Poder sentir el recorrido de su lengua y la humedad de sus labios

Fragmentos

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Se había partido. Esta vez, en miles de pedazos muy pequeños. Los fue recogiendo… Estaba destrozada. La muñeca se había roto y componerla era doloroso. Almacenó los fragmentos desperdigados. Recogidos con cuidado y esmero, los fue coleccionando, tenía que pegarlos. Él tenía que hacerlo. Las lágrimas se le escapaban en cada trozo de esa alma descompuesta. Su trabajo era reconstruirla cada vez que se quebrara, no importaba cuánto costara. La fue pegando, despacio. Jorge Oteiza Empezó por los pies, tenía que adheridlos con fuerza a la tierra. Ahora, la anclaría con firmeza, volar la había fragmentado. En suelo firme, la muñeca tendría más capacidad para aguantar cada golpe. Sufrió al desechar esa parte, pero su trabajo era repararla y prepararla para cualquier daño… Su princesa se levantaría. Al llegar a sus piernas, transformó los pedazos y le dio la estabilidad que necesita para caminar, no se podía tambalear… tenía que andar aguantando el equilibrio más extraordinari

Un solo vuelo

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“Abrió las alas, las abatió despacio… sintiendo. Las desplegó abriendo los brazos”. (...) Un universo… ante sus ojos. Discurriendo el tiempo un mundo completo. Un solo vuelo, la desterró de aquello. Sintió la levedad de lo etéreo en un pensamiento lleno de palabras. Sopladas, lanzadas, tiradas y volcadas en un baile  con lágrimas ajustadas. Giró en la ingravidez del peso, Sacudió las alas y marcó su vuelo  en un espacio determinado. Acarició los cuatros elementos, en su mundo encajado, lleno de sueños. Y lo hizo,  para renacer, simplemente, sintiendo. Soraya.

Realidad imperfecta

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Las  hojas crujen, el suelo que piso es silbante, inestable, un sonido que se acrecienta. Allá , allí, aquí aumenta... Con tu sola presencia. Se desdobla toda apariencia. En la tuya, en la mía y no en la nuestra... Ante las miradas expuestas. Peso reflejado, en la luz que proyecta. El sentido no es otro, la traza aumenta, siempre en fachada perfecta. Imagen extraída de Google. Mi mirada atenta. Se desploma, se quiebra tiembla… mantenida en la distancia, la realidad correcta... Y tú no te acercas. Soraya.

"Cor unum et amina una"

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Hacía tanto en frío en el andén. Tuvo que ajustarse el abrigo y se ladeó el sombrero intentando resguardar su rostro del hálito gélido que desprendía la mañana. Los rayos empezaban a mostrarse pero su timidez no permitiría derretir la nieve de la noche. Todo estaba helado. Se estiró de cada guante deshaciendo los pliegues marcados en sus manos y las contempló durante un instante. Al fondo se escucha las voces amontonadas. El trasiego matinal formaba parte de sus pensamientos en susurros lejanos, acompañando al viento glacial que cortaba la respiración esa mañana. Ilustración propia. Matterhorn o Cervino (desde Zermatt) Respiró profundamente desplazando su mirada, deseaba retener los destalles de una estación que marcaría indeleblemente en su memoria. Sus ojos se detuvieron al contemplar tanta belleza, 4.478 metros alzados al cielo. Se desprendió del sombrero dejando desnuda su cara y su piel sintió la caricia del viento. No era la más grandiosa elevación de esta

Mientras, sonreía

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          Levantó el mundo con sus manos.  Pudo ponerlo a sus pies,  pero decidió agarrarlo y llevarlo a lo más alto.  Con su risa ató la cuerda de lado a lado,  a cada uno de los extremos,  y tensó con fuerza.  El mundo la miraba asombrado  y entre gritos desesperados se escuchaba algún que otro aplauso.  La pequeña estaba preparada…  colocó un pie y después otro,  pisó el optimismo, rozó la valentía  y volcó la ironía. Mantuvo el equilibrio más desesperado… Mientras, sonreía. Sacudió al mundo  y lo hizo en lo más alto…  abriendo paso. Soraya.

Cenizas

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Imagen extraída de Google Ella, estaba allí, parada, mientras el tiempo continuaba deslizándose suavemente. Quizás, lo hubiera retenido o acariciado de haber sido posible…  El mundo seguía girando, impasible, recordándole y haciéndole saber que estaba viva. Su cuerpo inmóvil, indiferente a todo lo que acaecía, se iba inundado de un dolor indescriptible; un solo pensamiento atravesaba su mente, tan distorsionado por los recuerdos que incluso dudaba que fuera real. Aunque buscaba cualquier retazo de realidad a la que aferrarse para poder proteger su mundo, su alma sabía que aquello que sentía, aquello que hacía que sus lágrimas silenciosas se deslizaran con delicadeza a través de su rostro, recorriendo sin prisa su faz... Aquello, indudablemente existía, y ella no podría alterar su curso. Se instauraba en pequeñas notas en su memoria, escribiendo poco a poco sobre el silencio más absoluto y transformando sus pensamientos con un sigilo casi imperceptible en algo completamente

Lo llamó Amor...

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Imagen extraída de Google Y cogió... Cogió, y le descolocó su mundo, sin importarle. En la lucha tenía que ganar... Un guerrero que quería la gloria. No le importaron los medios, usó todo lo que tuvo a su alcance hasta que alzó sus brazos y clamó su victoria. Le destrozó el corazón y le desgarró el alma. De ella se alimentaba. Absorbió su aura y se nutrió de su magia. Así deslumbraba miradas, brillaba con destreza. Una vez crecido su ego, la redujo a la nada porque no la necesitaba. Una vez hecho, el guerrero buscó otra batalla, dejándola sin nada. Soraya

Instante

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Se sentó en el butacón de piel marrón, gastado y marcado por el paso de los años. En él se podía observar como el roce de sus manos habían dejado las secuelas de sus pensamientos. Una vez más estaba allí, sentado, enfrente del fuego. Contemplaba como las llamas ardían, capaz de hipnotizarle. Observarlas en la oscuridad de la noche lo sumía en una profunda paz,  lo que él  denominaba su quietud y felicidad. Imagen extraída de Google Anabel había vuelto, había vuelto a entrar en su vida. La forma de ver y comprender el mundo que ella poseía, era algo que le apasionaba. Su fuerza y debilidad la hacían especial. Su sonrisa era el bálsamo que le daba aliento al tiempo de su existencia. Anabel… Recordaba perfectamente la primera vez que le vio. La primera vez que ella se cruzó en su camino ya sabía cuánto le iba a marcar su esencia.  Su mente evocaba nítidamente la imagen, a pesar de las distorsiones de los recuerdos… Ella, Anabel, se levantó en medio de una conferencia para