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Mostrando entradas de septiembre, 2016

El peso de la gravedad

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Huecos vacíos… que no se rellenarán. Trazos de memoria… por completar. Espacios llenos de tiempo… por recordar. Ahora que no estás, todo gira para cambiar. En tu presencia, se palpa nuestra ausencia; aún por modificar. Se tienden las palabras, que el silencio tiene que secar con ráfagas de imposible; al viento de la verdad. Y aunque estás… ya no nos podemos tocar. La distancia se mide con realidad, con los segundos que has tardado en dictaminar… mi distanciamiento, sin más. Y sabrás, que acepté el peso de la gravedad -lo etéreo y superficial- sin un grito... sin enfrentar… sin girar… con la inmovilidad de un amor que se transforma en un es, desde un fue y hasta un será para conformar tu recuerdo al mirar… Soraya.

Fugaz en un destello...

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Fugaz en un destello, de difícil juego  en el que pierdo desde su comienzo.  Un corazón de antemano apresurado  -con desorden marcado- abrazado con la inconsistencia, por siempre etérea.  Sublime y elevado;  irrealidad de lo mundano. Un corazón con el que siento, con el que me muestro, con el que no apuesto… El comienzo. Un fugaz destello... que no penetro. Donde no entiendo, no comprendo… y me pierdo. Mis ojos escapan, no aguantan el leve peso. Entre silencios de un solo eco, susurra a lo inefable del pensamiento y siente el temor con el que arrasas, simplemente, al posarla. Abandona toda causa, sin poder enfrentarla… en el pánico a no saber interpretarla, en la incertidumbre de lo que calla y con el miedo a una percepción desacertada.  Esquivarla… me pone al descubierto. Esa mirada a mí aferrada... Que desde el inicio, desde el comienzo… me tiene en el difícil juego que pierdo con lo fugaz... de su destello. Sor

Porque no eres nada y lo eres todo

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Porque no eres nada -y lo eres todo- levanta la mirada ante las aguas… Siente la brisa al rozar la piel que adorna el alma,  siente las lágrimas que se deslizan por la faz sin penetrarla,  siente las miradas que alzan la palabra. Porque no eres nada, ante la magnificencia humana. Puedes convertirte en la extraña que musita la supervivencia exhalada, de una pausa. Y lo eres todo, para esa exiliada confinada en la debilidad autocompasiva que te engalana. La pena no basta, el lamento no fue hecho para habitar ningún cuerpo. La soledad duerme en nuestro lecho, constante en un recuerdo… Porque no eres nada -y lo eres todo- para tu propia causa. Nadie destierra las sombras que nos acompañan,  se amoldan a nuestra figura recreada,  visten al ser creador de la existencia que abarca. Y es tu respiración la que marca esa sincronía rítmica que la vida te regala. Porque no eres nada, levanta la mirada ante las aguas…