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Mostrando entradas de marzo, 2018

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"Esta vida es como un valle de lágrimas…" Doctrina católica. Así que vamos a saltar sobre los charcos,   ¡los vamos a pisar! Un, dos, tres… La sonrisa se puede borrar,  no nos vamos a engañar. La existencia se complica solo con respirar,  es una gran verdad. Pero solo tenemos una vida y unas cartas para jugar… Ahogaremos las penas,  no en cualquier bar porque hay que caminar. Vomitaremos la inseguridad,  al ritmo que nos marque el compás. Asfixiaremos al ego,  que no nos deja perdonar… Aceptaremos la imagen que Nacirso se niega a mirar. A Pigmalión lo vamos a hacer esperar,  esta es nuestra realidad. ¡El hedonismo nos saca a bailar! Firmaremos, el derecho a la lealtad: A nosotros,  lo más amado y preciado del lugar. Soraya.

Al respirar...

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“Hay historias que no se pueden escribir, rezuman y florecen en la piel que nos porta al nacer”. Soraya. Inexorables e ininteligibles se inscriben con tinta indeleble en el ser. Se respiran en la profundidad oceánica del viento que se tiene que devolver. Arden en el hielo de la miel, para arrebatar al tiempo el crujido del silencio más cruel. Historias inscritas en las miradas que se reencuentran otra vez, apresadas en la locura y la sensatez. Con caricias que leen todo lo que puede suceder, en los besos apresurados que estrangulan el placer. Historias tatuadas… Que vuelven a doler… Que emergen una y otra vez… Inscritas en la piel que nos porta al nacer. Soraya.

Al cielo también le riñen

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Había comenzado a llover. Desde la sala había estado observando toda la tarde el cielo. A ráfagas intermitentes -entre descansos de su discurso- miraba por las ventanas para deleitarse con la gama de grises, le fascinaba esos colores alumbrados con los destellos de luz. Desde pequeño admiraba la forma en que se resquebrajaba la bóveda celeste, su joven mente recreaba la escena de un Zeus muy enfadado, tan lleno de rabia que emitía gritos en forma de truenos y lanzaba rayos. La escala cromática que se extendía ante sus ojos no era otra cosa para él que el sufrimiento de un cielo que al final acababa llorando. Apoyado con las manos sobre el cristal observaba como las gotas chocaban a un ritmo desigual sobre la superficie de los coches, un repiqueteo suave llegaba a sus oídos ahora que la estancia se encontraba vacía. Había sido un día agotador. Volvió tras sus pasos y se sentó en su silla, tendría que esperar… pero no sabía cuánto. Esa espera le suponía un placer enorme, si había

Vendamos el mundo!

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Pasemos por debajo de la escalera,  seamos lo suficiente cobardes para no subir el escalón.  Miremos al suelo,  arrastremos los pies,  seamos miedosos del polvo que se pueda levantar.  Adoremos la autoridad,  que nos doblega,  que nos roba la libertad…  Encojámonos ante su potestad,  seamos pusilánimes al acotar nuestra dignidad.  No miremos más allá,  seamos apocados al caminar  y que no se nos escuche hablar.  Shhhh…  Medrosos del sol que puede quemar,  de la lluvia que va mojar,  del viento que nos va a azotar.  Flagelemos la pasión que se puede despertar,  atemorizados por el placer que podamos encontrar.  ¡Vendamos el mundo!  Seamos valiente sólo para…  tragar,  morir,  silenciar  y llorar.  Soraya.