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Mostrando entradas de febrero, 2016

Simple-mente

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Aproximación imprecisa, campo magnético del que no se escapa, fuerza centrípeta azoga el talante. Izquierda, derecha, arriba, abajo, detrás o de frente… Desorden atronador de un deseo ¡Lo quiero! Einstein, razón por corazón al cuadrado… ¿Relatividad? Lo piensas luego existe, ¿Descartes? Arquímedes, ten un punto de apoyo ¡Desplaza un mundo! Apuntalado en la memoria, un recuerdo… ¡Se ha compuesto! Entre pasos de silencios, relegando sentimientos, exponiendo… Pospuesto por no ser el tiempo, parado no por miedo y quizás frenado  ¿Te has equivocado? Confianza traicionada, mentiras bien montadas, cordialidad estimada, engaños en silencios y muchos hechos… ¿Tu cariño era eso? Soraya.

Con todas y cada una de las palabras...

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Miércoles, 24 de febrero de 2016. Mi querido Corazón,  Podría escribirte mil cartas y, sin embargo, ninguna de las palabras existentes llegarían a rozar con exactitud la inquietud en la que me sumerjo. Mi lógica se perdió en un punto donde la sensatez no tiene capacidad para engendrarla; me ha abandonado arraigando en mi juicio las causas de tu distanciamiento. La enajenación, a pasos pequeños, reclama su terreno. Existimos en la certeza de un destino que se ha mantenido a través del tiempo y a pesar de las veleidades y dificultades hemos conseguido mantener la realidad de nuestra subsistencia. Estamos, Corazón, diseñados para encajar en un engranaje imperfecto que da el equilibrio en éste; nuestro universo. Sin distancias, formamos la métrica completa en un solo verso. Si de algo estoy segura, más allá del discurrir de los años, es de que tú y yo estamos destinados y enlazados en esta coexistencia, por siempre eterna. Con la locura en posesión por tu alejamiento -si

En esencia...

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Cuando te vistas a la mañana con una simple mirada. Al abrigarte con el aroma de esas flores destiladas; enfundándote en mi fragancia. Al abotonar cada pensamiento que mi voz ha cosido con tiento. Cuando sientas el frío helado que mis manos aún no han tapado. En la calidez de un susurro que no te ha alcanzado; habiéndose mezclado. En la necesidad que da alimento a nuestros cuerpos, aun queriendo, en la sinrazón de un mundo compuesto. En la ilegalidad de un sentimiento... En el abuso parcial de unas palabras... Con la equidad tomada de la arbitrariedad robada. Con el despotismo autoimpuesto que sólo tiene un fundamento. Más allá del tiempo. A la mañana, en el contrasentido desnudo que nos acompaña, se apuntalan mis causas... Cuando te vistes; a la mañana. Soraya.

Haiku, 18

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          En una vida           se apilan recuerdos.           Sí, mintiéndonos.           Soraya.

Acracia pasional

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Despierta, Mira de frente, A los ojos que te desafían Es una mirada la que guía. A tres pasos mantenías la pupila fija en la seguridad establecida. Con provocación en aumento, ahora hay desplazamiento; Se ha acortado… Esa boca danza. Embelesado, la rival te tiene extasiado; Se ha acercado... Tus ojos han barrido de arriba abajo, de abajo arriba… Cautivo los sentidos… Unos labios en movimientos, en dulce miel, es tu lengua la que reta en esta contienda. Las manos van al juego, no quieren competencia, van a llevar las riendas. Indómita por naturaleza, se te enfrenta. No, nena… En un susurro ahogado, te excita con vehemencia. Acorralado en un espacio acotado, su cuerpo doma tu delirio  con jadeos entrecortados… En la exaltación de su furia caes derrotado con cada gemido que le has robado. Abatido entre

El pequeño pajarito

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Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, o quizás menos del que somos capaces de apreciar, en la faz de la tierra existía un pequeño pajarito.  Un pájaro con unas alas no muy grandes aunque tampoco eran muy pequeñas, un pájaro con plumas no muy bellas pero quizás tampoco fueran feas, un pájaro con un pico no muy largo aunque quizás tampoco fuera corto… Un pájaro, quizás… como cualquier otro. Se dice que aquel pájaro amaba volar y recorría el horizonte con cierta habilidad. En el cielo trazaba con destreza el vuelo más libre que un ave es capaz de realizar; amaba su existencia y especialmente amaba su libertad. Un día el pequeño pajarito observó como el sol -inmóvil- brillaba; cómo sus rayos se perdían en el espacio y en el tiempo. Tan absorto se quedó con lo que vio, que olvidándose que aquello que sus ojos percibían era algo intangible, algo que difícilmente fuera capaz de aprehender… decidió marcar su vuelo.  Por más que intentó alzar sus alas, por más que intentó y