Agente patógeno
¡Qué fácil era! Observar, simplemente observar y todo iba a encajar, silenciosamente. Si no hubiera sido por esa tozudez de mantener en boga mis principios espirituales, esencia primaria de mi ser; me hubiera dado cuenta. ¡Ojo! Lo mío es algo casi patológico. ¿Casi? Por favor, “archipatológico” . Me inocularon la ingenuidad y se ha ido propagando por mi conciencia dando manifestaciones de una empatía muy beneficiosa para mi entorno animal. Cosa grave, porque -heme aquí- yo entiendo hasta a mi enemigo. Lo dicho, entre el cuadro sintomatológico de mi afección está la premisa de que nadie es malo. Así que se trata de entender cuáles han sido los mecanismos desencadenantes que han generado la mala voluntad de esa persona o ser. Y por qué será que el origen ignoto de su desasosiego, germen y razón soy YO. Un agente patógeno que conozco perfectamente y -vaya por Dios- mi sistema inmunológico lo detecta con sus anticuerpos: LE (Lo Entiendo), NTP (No Te Preocupes), LS (Lo si