Porque de otra forma no te tengo
Apoyó las manos en el escritorio, su cuerpo mantenía una tensión extrema, cada músculo estaba contraído. Sus dedos se fueron cerrando colocando sobre la superficie los puños, por un momento pensé que vendría un golpe seco. Pude identificar como la ira recorría su interior...
Había entrado sin decir ninguna palabra y yo la conocía lo suficiente para saber que tenía esperar... Mi trabajo con ella era relativamente fácil, el resto era su proceso; su capacidad de análisis, de acomodación y reestructuración era tan rápida que, a mis años de experiencia, no dejaba de producirme asombro observarla.
Me situé a un metro de distancia de aquel esbelto cuerpo, sin ningún obstáculo entre ambos; y la contemplé. Más con belleza que preocupación. Era sutilmente preciosa en ese estado. No puede ver su rostro hasta que inclinó la cabeza, sus lagrimas habían empezado a derramarse dibujando un río negro a su paso, fruto del rimel que cubría las pestañas. Inspiró aire clavándome la mirada, su respiración entrecortada me desgarró... Fija en mí sus pupilas lo pronunció: "Ira.. rabia.."
Esa imagen ha quedado grabada en mis retinas y se ha mantenido a través del paso del tiempo, me sobrecogió de tal manera que tuve que recordarme quién era para no abrazarla... Porque si lo hubiera hecho sería yo posiblemente quien acabaría de esa forma y seguramente por los mismos motivos; que aunque no los conocía con certeza, los intuía. Eramos demasiado iguales o diferentes para acortar una distancia en una situación de ese nivel.
El llanto le dio laxitud a su cuerpo, haciendo que su figura se desplomará sobre uno de los asientos. Abrumado por el cúmulo de emociones y el sentimiento que se había generado en mí tardé unos segundos en recomponer mis pensamientos. La tenía a unos simples pasos de distancia y sin embargo entre ambos mediaba un abismo ciclópeo. Tan inmenso, que jamás encontraría forma de sentirme a salvo porque habiendo tomado todas las precauciones, me vi en la profundidad de esa sima. La fetidez de mis temores eran casi tangibles para su instinto animal. Pudiendo oler el aroma del miedo, sus ojos me enfrentaron sin piedad, haciéndola más hermosa si cabía. Y creo que sí tengo que determinar un punto exacto... Es ahí es dónde me derrotó.
Con la elegancia felina que la caracterizaba se erigió, acariciando delicadamente cada espacio hasta llegar a mi encuentro, su mirada bajo y sentí arder mi cuerpo en el calor de sus labios. Suaves y delicados iniciaron el movimiento para en un susurro dejar escarpar... ¿Por qué lo has hecho?
Cerré los ojos por el propio peso.
Soraya.
Soraya, no podía pasar sin dejar un comentario en el blog. Te lo he comentado antes es brutal. Me encanta como escribes, no lo dejes porque se te da de maravilla. Después de las risas en Google he pensado que te echo de menos en las redes, nos reíamos mucho.
ResponderEliminarBesitos, guapa.