Acariciando un solo sentimiento

Deslizó suavemente su dedo indice por el filo de la copa. Las copas de vino con forma de globo, transparentes y lisas eran la mejor elección. La configuración perfecta que permitía liberar todo el aroma, dejando respirar al vino para alcanzar un bouquet completo y conseguir el mejor sabor en su paladar. Algo complementamente extraordionario y perfecto. Con extrema delicadeza sujetó la copa y se la llevó a los labios... ese sabor despertó muchos recuerdos.



Haiko estaba a su lado, su fiel compañero. Cuarenta y cuatro kilos y su tamaño más de una vez habían resultado un inconveniente pero, sin embargo, él siempre la complacía, con sólo mirarla le daba vida. Acarició ligeramente su lomo y con sus manos acercó su cara a la suya: "Haiko, cuánto te quiero. ¿Tú lo sabes?. Eres parte de mi vida, algo hermoso... Yo sólo espero que seas feliz a mi lado..." Y, Haiko, le lamió el rostro cariñosamente porque ambos se comprendían, ese vínculo excepcional e insólito que los unía... Quizás fueron parte en otra vida.

Con la copa entre las manos se acercó a la cristalera, su fiel compañero marcó sus pasos y se recostó a su lado, él no la dejaría. A través del cristal se vislumbraba la noche envuelta en una fina lluvia, pero la luna resplandecía con una luz inusitada, con una fuerza extraña. El olor a tierra mojada la envolvía para adentrarse en sus pensamientos... El otoño se abría paso y reclamaba su espacio. Todo fluía para seguir su curso. Los cambios se generaban, interponerse no tenía sentido ni lógica. El tiempo siempre buscaría ese equilibro tan necesario.

Sonrío al recordarlo, siempre era de esa manera. Él, ese hombre, era parte de ella, ocupaba demasiado espacio en su corazón. Se asentó sin que pudiera ser consciente, tampoco lo hubiera evitado, su alma lo buscó sin prisas y llegó a encontrarlo. Había llenado tanto momentos de placer, de alegrías... que ella lo quería en esta vida.

Sorbió de la copa y saboreó el vino mientras observaba como todo, de forma apacible, acaecía al otro lado. La lluvia seguía constante... Sus pensamientos solo tomaron un camino. Aquello se mantenía constante en su cabeza, ella se preguntaba si alguna vez había pasado por su mente, sí él sentía lo mismo. Ahora, necesitaba saberlo, después de tantos años. Su unión, ese magnetismo que le atraía, tal vez únicamente su interior lo sentía. 

Repasó entre sus recuerdos y palpó los hechos... Ese torrente que la anclaba posiblemente era suyo, dolía... Jamás la había buscado, y sin embargo ella lo retenía... había alterado el curso natural de las cosas, transfigurado su ciclo.




Con el sabor del vino en el paladar contempló como la luz de la luna cubría la noche, sin abrir camino a su lado. Ante la tormenta su brillo resplandecía, tan extraño y sorprendente... La luna demostraba su grandeza. Cuando se vino a dar cuenta la lluvia había cesado. 






"Haiko, saldremos de paseo". Pero antes soltó la copa en la superficie de su escritorio, observó detenidamente su ordenador y deslizó suavemente su mirada por aquellas letras y palabras, por el contenido que albergan. Con calma cerró lentamente la pantalla... 

"Ahora, todo fluye... buscando el equilibrio perfecto".

Soraya