Deslizó suavemente su dedo indice por el filo de la copa. Las copas de vino con forma de globo, transparentes y lisas eran la mejor elección. La configuración perfecta que permitía liberar todo el aroma, dejando respirar al vino para alcanzar un bouquet completo y conseguir el mejor sabor en su paladar. Algo complementamente extraordionario y perfecto. Con extrema delicadeza sujetó la copa y se la llevó a los labios... ese sabor despertó muchos recuerdos. Haiko estaba a su lado, su fiel compañero. Cuarenta y cuatro kilos y su tamaño más de una vez habían resultado un inconveniente pero, sin embargo, él siempre la complacía, con sólo mirarla le daba vida. Acarició ligeramente su lomo y con sus manos acercó su cara a la suya: "Haiko, cuánto te quiero. ¿Tú lo sabes?. Eres parte de mi vida, algo hermoso... Yo sólo espero que seas feliz a mi lado..." Y, Haiko, le lamió el rostro cariñosamente porque ambos se comprendían, ese vínculo excepcional e insólito que los unía... Qui
Aún recordaba el camino. Después de tanto tiempo, la cartografía de la vuelta se encontraba indemne e intacta dentro de lo que podía formar parte de su memoria. Caminaba lentamente, sus pasos tardos reflejaban el agotamiento. Ya no le quedan casi fuerzas pero, aún así, seguía. Cuando marchó al mundo de los humanos su magia la envolvía con un halo protector, unos destellos de amor que perdería o quizás le robarían. No supo de aquella realidad hasta que se descubrió inmersa y absorbida en la existencia de todo lo innegable. Faltaba poco por llegar, el camino se vislumbraba ante ella, abriéndole paso. El bosque estaba tan verde, los arces habían crecido con fuerza y, ahora, oponían una ligera resistencia a los destellos de luz de aquel extraordinario día. El camino cubierto por Nemorasa le trasmitían la paz que su alma necesitaba. Estaba bien, pronto llegaría. Con sus finos hilos de seda, iría envolviendo su ser, recordando todo lo que había sentido. Poco a poco, tejien
Eran las tres y algo la tarde, su jornada de trabajo había concluido. El calor apretaba, sin lugar a dudas, el bochorno se sentía a cada paso. Las risas de las compañeras fueron la despedida de ese día. Antes de comenzar el paseo de vuelta a casa sacó del bolso el móvil, por el camino leería todo aquello que tenía pendiente. Ese aparato electrónico se había convertido en un elemento indispensable, posiblemente sería adicta. Si no tanto a la tecnología, ni al intercambio social...sí a algo que ello albergaba. Esa adicción la tenía en mente constantemente, desprenderse de ella le costaría. Estaba leyendo, concentrada, ajena a todo lo que acontecía y envuelta en sus pensamientos cuando escucho la voz de alguien... "Perdona..." Al despegar la vista de la pantalla y girar su cabeza para centrar la atención en la persona que la demandaba, sus ojos contemplaron a una chica sentada en un banco de piedra en medio del parque, un espacio deshabitado sólo compuesto por esa vida y
Un poema de gran belleza, dónde los sentimientos están a flor de piel.
ResponderEliminarUn abrazo literario.
Hola, Tertulia de Escritores!
EliminarMe alegra que te guste! Muchas gracias por leer y dejarme tu marca, aquí.
Un beso envuelto en letras (4).