Instante
Se sentó en el butacón de piel marrón, gastado y marcado por
el paso de los años. En él se podía observar como el roce de sus manos habían
dejado las secuelas de sus pensamientos. Una vez más estaba allí, sentado,
enfrente del fuego. Contemplaba como las llamas ardían, capaz de hipnotizarle.
Observarlas en la oscuridad de la noche lo sumía en una profunda paz, lo que él
denominaba su quietud y felicidad.
Imagen extraída de Google |
Anabel había vuelto, había vuelto a entrar en su vida. La
forma de ver y comprender el mundo que ella poseía, era algo que le apasionaba.
Su fuerza y debilidad la hacían especial. Su sonrisa era el bálsamo que le daba
aliento al tiempo de su existencia. Anabel…
Recordaba perfectamente la primera vez que le vio. La
primera vez que ella se cruzó en su camino ya sabía cuánto le iba a marcar su
esencia. Su mente evocaba nítidamente la
imagen, a pesar de las distorsiones de los recuerdos… Ella, Anabel, se levantó
en medio de una conferencia para dejar patente que no estaba de acuerdo con sus
opiniones y pensamientos. En ese mismo momento la vio, vio el valor de una
opinión, la fidelidad y lealtad al ser. Algo que se respiraba cerca de ella,
algo que le provocaba el dolor más perfecto y le hacía sentir que estaba vivo.
Unas palabras se grabaron en su memoria como el fuego que
esa noche ardía. Quemaban al rememorarlas… “Si volviera a nacer y me cruzara con tu alma,
la retendría. No la dejaría escapar… Un
instante define nuestra vida… y yo atraparía
el instante sin dudarlo un solo pensamiento”. Y lo hizo, atrapó su alma y no lo
dudó ni un solo pensamiento.
El invierno se adentró sin aviso, el frío había llegado y él
no estaba preparado. Después de tantos años no estaba preparado para ello. Contempló
el fuego y desvió sus pensamientos.
Miró alrededor y observó con detenimiento la estancia. Nada
había cambiado durante estos años. Se detuvo un instante contemplando aquella
fotografía. Una foto en blanco y negro que quizás definía toda su vida; sus
logros, fracasos… El camino que había decido recorrer en esta vida, en aquel
papel se dibujaban como un mapa trazado por los años. Con que destreza el
destino había marcado cada línea. Una despedida, enmarcada en plata que él
había ubicado en esa estancia.
Cerró los ojos y sintió como su cuerpo se helaba ante tantos
recuerdos. El tiempo se escapaba en sus pensamientos, la enfermedad aún
respetaba esa facultad pero él sabía que pronto dejaría de hacerlo, era
simplemente cuestión de tiempo.
Anabel había vuelto para cuidarlo pero él… no lo permitiría, la amaba demasiado, siempre la había amado.
Soraya.
Ya estoy llegando, a ese momento en donde el cuerpo de hiela ante tantos recuerdos!
ResponderEliminarHola, Eric!
EliminarLos recuerdos hielan pero también dan calor al alma... Cuando llegamos a ese punto, ufff... el tiempo pasa...
Abrazos!!
Hola, Soraya.
ResponderEliminarEs la primera vez que leo algo tuyo, y no será la última, te lo aseguro. Me ha encantado. ;)
Hola, Raúl.
EliminarMe alegra mucho que me hayas leído y espero que no dejes de hacerlo ;-)
Un abrazo!!!
“Si volviera a nacer y me cruzara con tu alma, la retendría. No la dejaría escapar… Un instante define nuestra vida… y yo atraparía el instante sin dudarlo un solo pensamiento".
ResponderEliminarEs verdad q los recuerdos dan frío y calor al Alma.
Me encantó, Soraya.
Te sonrío con el Alma.
Aunque no queramos estamos compuestos de ellos (recuerdos). A veces las cosas merecen la pena... lenas de frío, llenas de calor...
EliminarMuchas gracias DesdeMiventana! Que te encanté, me encanta1 :-))
Un abrazo con el corazón que late!!