Aún recordaba el camino. Después de tanto tiempo, la cartografía de la vuelta se encontraba indemne e intacta dentro de lo que podía formar parte de su memoria. Caminaba lentamente, sus pasos tardos reflejaban el agotamiento. Ya no le quedan casi fuerzas pero, aún así, seguía. Cuando marchó al mundo de los humanos su magia la envolvía con un halo protector, unos destellos de amor que perdería o quizás le robarían. No supo de aquella realidad hasta que se descubrió inmersa y absorbida en la existencia de todo lo innegable. Faltaba poco por llegar, el camino se vislumbraba ante ella, abriéndole paso. El bosque estaba tan verde, los arces habían crecido con fuerza y, ahora, oponían una ligera resistencia a los destellos de luz de aquel extraordinario día. El camino cubierto por Nemorasa le trasmitían la paz que su alma necesitaba. Estaba bien, pronto llegaría. Con sus finos hilos de seda, iría envolviendo su ser, recordando todo lo que había sentido. Poco ...
La vida es un circo, una frase tal vez manoseada en demasía. Sin embargo es cierto que la vida nos pone en todos lo pápeles del circo. A veces somos el domador y otras veces el león. A veces el trapecista que vuela por los aires y otras el payaso que se estrella contra el suelo...
ResponderEliminarY como bien lo dices Sotriva, lo importante es estar dispuesto y maquillado, no para deleitar a nuestros espectadores sino que para sentir el orgullo de desempeñar nuestro rol dando lo mejor de nosotros.
Esta entrada me hizo reflexionar...
Así es la vida es un circo, en el que desempeñamos el papel que nos toca en cada momento. Nos maquillamos, nos miramos en el espejo y adelante... estamos dispuestos.
Eliminar¡¡Comienza la función!!!
Un beso!