Una sola melodía
Ilustración compartida por Teddy Beer en Beautiful Picture (Google+) |
Los acontecimientos siempre toman forma. Configurados por recuerdos, hechos y determinados momentos, llegan a confluir en el tiempo; el tiempo exacto. Aquel que es el nuestro… ese en el que comprendemos y nos entendemos... Y él tomó consciencia de que era el tiempo perfecto.
Avanzó lentamente por las crujientes tablas del malecón mientras contemplaba el viejo faro bicolor que, hierático, seguía presidiendo la entrada del puerto. Se descalzó para sentir ese agradable tacto en su piel ¿Cuántas veces habían recorrido sus pies las ondulaciones de esa arena? Siempre completamente diferentes en cada pisada.
Se quedó contemplando de frente como el sol se escondía entre las olas, el bienestar se había instaurado al observar la imagen. Cerró por un instante los ojos y su mente la evocó, la chica de la tercera fila. Su mirada, el color miel que destilaba no hacía más que embaucarle cada vez que fijaba sus pupilas en él. Su sola presencia le desarmaba, destilaba sensualidad y erotismo. Sus risas, hermosas y llenas de vida, acompañaban el recuerdo de su ausencia; dejaron una huella indeleble en su alma. Sin el menor atisbo de remordimiento, conservó ese pequeño desliz en algún recóndito recoveco del laberinto de su memoria. Sonreía.
Saulo comprendía algo...
"La sinfonía estaba compuesta, no necesitaba partitura. Esas notas estaban determinadas, aferradas"
Soraya.
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