Extracto de una vida
Aquel ser tenía la habilidad de jugar con mi tiempo, convirtiendo el discurrir en una melodía manejada con una destreza sublime. Inapreciable para el resto de mortales, pero no para mí. Exhortado por mis propios pensamientos en la reconducción de los actos más impulsivos, aseguré una ganancia del ser racional. ¿Qué si perdí? Mi tiempo cambió de hora al tenerlo cerca. En efecto, tenerlo. Y no es el uso de un masculino que abarque todas las posibilidades de desterrar su género, identidad y sexo femenino. No lo es, porque era mujer, de otro modo no podía haber sido. Pero por encima de eso era un ser con un poder inefable sobre mí. Posiblemente esa facultad se arraigaba en una de mis debilidades internas; una de las debilidades que tenía que corregir. A mitad de la vida afloran muchos de nuestros temores, nos enfrentamos a una serie de demonios que emergen de nuestra sombra rompiendo el silencio… “Homos homini lupus” , y yo era mi propio lobo. A mis años no podía dejarme dominar